Análisis de los sistemas de universidades estatales

Análisis de los sistemas de universidades estatales
Por Michel Olguín en la Gaceta de la UNAM Núm. 4, 736

En México, uno de los principales retos que enfrenta la educación es el de la calidad. No poner atención en este tema significa comprometer el desarrollo de una nación, advirtió el rector José Narro Robles.

Al participar en el Seminario Sistemas Nacionales de Universidades Estatales en el Mundo. Comparaciones, Desafíos y Proyecciones, organizado por la Universidad de Chile (UChile), consideró que aún hay mucho por hacer en el país para mejorar la calidad, que es heterogénea, y que lo es aún más en el sector privado.

No obstante, agregó, es difícil alcanzarla si no se cuenta con los recursos necesarios. El financiamiento de la educación superior en países como México tiene que ser desde la perspectiva del sector público.

En la Casa Central de la UChile, Narro Robles detalló que si se compara la inversión que realizan las naciones para financiar la educación superior, México está por debajo de lo que se requiere.

Destina unos siete mil 800 dólares por estudiante al año, si bien el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de casi 14 mil dólares. En América Latina, Brasil es el que más se acerca a ese promedio.

Además, sostuvo, en el territorio nacional aún tenemos un problema en materia de cobertura. Hemos avanzado de manera importante, pues hoy en día hay 3.6 millones de alumnos en el sistema de educación superior, cuando en 1950 no había ni siquiera 30 mil estudiantes, la mayor parte de ellos en la UNAM.

Hace 65 años no se contaba con un verdadero sistema y se tenían enormes deficiencias en cobertura. Sin embargo, ésta actualmente apenas se aproxima a 35 por ciento de la población en edad de ir la universidad, en tanto que en América Latina el promedio es de casi 44 por ciento. Estamos por debajo de países como Chile, Argentina, Venezuela, Cuba, Panamá y Costa Rica, entre otros.

Narro Robles subrayó que la educación pública es el compromiso de un Estado nacional por mantener la tutela, dirección y rectoría de la educación de un país. Además, junto a los avances tecnológicos, aún tenemos grandes paradojas y los problemas de siempre: pobreza, desigualdad, ignorancia, injusticia, corrupción e impunidad.

La educación, abundó, es un bien público, social y colectivo que tiene que ser fortalecido y apoyado desde todas las estructuras de los estados nacionales.

Actualmente, no hay igualadores sociales tan potentes como ésta y la salud. Asimismo, la educación en general, y en particular la superior pública, es un poderosísimo instrumento para combatir la desigualdad y pobreza y, en consecuencia, para que las colectividades sean más justas y equitativas.

El rector aseguró que “una sociedad que no tiene la motivación de mandarle a los jóvenes el mensaje de que el éxito y la felicidad no radican en tener más dinero, en acumular más bienes materiales y en hacerlo más rápido que todos los demás, es una que está fallando”.

Una voz importante en el mundo

Por su parte, Ennio Vivaldi Véjar, rector de la UChile, habló del papel de la universidad en las naciones de la región. “Tenemos que ser una voz importante en el mundo. La universidad es una instancia que está dentro del conocimiento de la humanidad en su conjunto”.

Debemos contribuir a impulsar un conocimiento más universal y amplio, sobre todo en ámbitos que tienen que ver con salud, ciencia y tecnología. “Ese es un deber moral que sentimos más profundamente en países que de alguna manera han sido castigados en su historia o que han vivido momentos difíciles”.

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Muestra interactiva en Tampico busca despertar vocaciones científicas

Muestra interactiva en Tampico busca despertar vocaciones científicas
Por David Castellanos Terán en Jornada

La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) instaló en cuatro de las galerías del centro cultural Casa Gándara el Museo de Ciencias del Comportamiento (Muccom), la primera muestra interactiva del ámbito científico para el público en general, en el que los asistentes podrán divertirse y conocer lo que han descubierto para la humanidad las mentes brillantes del mundo.

En una de las galerías los asistentes podrán coonocer cómo es que las personas sentimos. Mediante el equipamiento el visitante tendrá la oportunidad de saber el funcionamiento de los ojos, cómo es que lo engañan. Podrá practicar la ilusión óptica, señaló Ennio Héctor Carro Pérez, coordinador del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico Aplicado al Comportamiento, de la carrera de sicología de la UAT.

Los asistentes podrán realizar ejercicios sicológicos para acercarse a la ciencia del pensamiento y despertar su cuirosidad.

La porfiriana Casa Gándara, construida en 1856, se habilitó como sede de esta exposicón para difundir entre la sociedad tamaulipeca los diversos fenómenos que estudia la ciencia desde una perspectiva divertida y dinámica. Acercar el conocimiento científico a todo público, sobre todo al infantil.

Por el momento hay una muestra que permitirá hacer sentir al público la ciencia, concebirla de manera diferente, que deje de ser distante. Debemos romper esa barrera. Por ejemplo, pensando en los niños y sus papás, se busca que vean a este ámbito un campo productivo. Buscamos promover las áreas del conocimiento entre los pequeños para despertar futuros científicos.

Los papás deben saber que la ciencia también es un terreno fructífero, indicó en rueda de prensa Kanya del Ángel Valencia, estudiante de sicología con mención honorífica e impulsora del proyecto Muccom.

En el futuro no se ve un aumento importante de investigadores mexicanos

En el futuro no se ve un aumento importante de investigadores mexicanos
Por Isaac Torres Cruz en la Crónica

Luis Herrera Estrella es uno de los investigadores más importantes del país en el desarrollo de la ingeniería genética aplicada a la agricultura. Sus investigaciones han aportado conocimiento para manipular y mejorar mecanismos moleculares para obtener nuevos cultivos transgénicos resistentes a sequías, suelos poco productivos, deficiencia de nutrientes y que requieren menos agroquímicos.

El investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Irapuato y Premio Crónica 2013 en Ciencia y Tecnología fue uno de los principales impulsores del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) —una de las más importantes infraestructuras científicas del país en la última década— y ha generado filas de recursos humanos del más alto nivel.

Reconocido mundialmente por su trabajo científico, el nombre del mexicano miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) resaltó de nuevo en el especial The Worldview 100 de la revista Scientific American, con el título “The visionaries who continue to reshape biotechnology—and the world”. Este top 100 es una lista de los personajes que la publicación considera como los más influyentes en el mundo dentro del desarrollo de la biotecnología en alguna de sus áreas.
“Es una lista donde sólo el 30 por ciento somos científicos”, apunta en entrevista Luis Herrera Estrella. “Los demás son filántropos y empresarios, como Bill y Melinda Gates, que si bien no trabajan directamente en el área, han aportado mediante su fundación un fondo de más de 10 mil millones de dólares para ayudar a mejorar la investigación biotecnológica en la medicina”.

El investigador resalta además nombres como los de Craig Venter y Francis Collins, quienes encabezaron los trabajos de secuenciación del genoma humano, así como el de James Watson, co descubridor de la cadena de ADN. Pero también están ahí personajes como George Church, Eric Lander y Bob Langer, entre varios científicos más.

Para el director del Langebio esta lista es un reflejo de que en el mundo existe una masa crítica e infraestructura muy importante para abordar, desde la biotecnología, problemas de salud y agricultura, principalmente. “Es una muestra representativa de una capacidad tecnológica y humana de alcances extraordinarios”.

No obstante, puntualizó que en México la masa crítica aún es muy limitada y no existen los apoyos suficientes para hacer la investigación básica, necesaria para obtener grandes desarrollos, así como tampoco empresas nacionales que los lleven a escala industrial, principalmente productos biomédicos y agrícolas.

—¿Usted se siente un personaje influyente en el área biotecnológica en México y el mundo?

—Reflexionaba sobre ello esta mañana [el pasado jueves, cuando la AMC dio el anunció sobre la lista de la revista] y a veces es triste, porque cuando voy a países como China, España, Alemania, Argentina y Brasil, la importancia de mi opinión es muy grande; se toman muy en cuenta los consejos y asesorías que doy. Lamentablemente, en México no ocurre de igual forma y mi opinión no es muy tomada en cuenta para las decisiones en ciencia y tecnología que requerimos, eso genera desanimo.

RECURSOS HUMANOS

En nuestro país, el grupo de investigación de Luis Herrera Estrella ha sido uno de los más prolíficos en biotecnológía agrícola. Con modestia, el científico puntualiza que la formación de recursos humanos es una de las aportaciones más importantes que ha logrado de forma personal y al frente del Langebio. “Tengo el honor de que varios egresados con carreras muy destacadas hayan realizado su investigación experimental en mi laboratorio”.

Ejemplificó el trabajo del doctor José López Bucio —investigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo—, quien obtuvo el Premio de Investigación de la AMC 2012, en el área de ciencias naturales, no obstante que su institución no cuenta con la infraestructura de entidades como la UNAM o Centros Conacyt.

“Él es un ejemplo de que es más importante el talento y creatividad, que los recursos económicos y materiales. En México, aunque los proyectos de investigación reciben montos bajos y hay dificultades administrativas y burocráticas para adquirir y recibir reactivos y materiales, sí se puede trabajar y ser competitivo. Muchas veces los frenos a los que se enfrentan los científicos son más un problema de actitud que de carencia de recursos”.

Para el egresado del Instituto Politécnico Nacional una de sus mayores contribuciones a la ciencia es la formación de recursos humanos, “de jóvenes talentosos que se integran a centros de investigación y que son el futuro del país”. Sin embargo, lamenta, no existe el suficiente apoyo económico ni instituciones suficientes para incorporar a todos en laboratorios donde lleven a cabo investigaciones competitivas internacionalmente.

En México, añadió, hay suficientes recursos para mantener el trabajo de los investigadores ya establecidos, pero no se ve en el futuro un incremento importante de investigadores, a pesar del programa de Cátedras Conacyt, impulsada en los últimos dos años. “Este programa es un descanso temporal para estos jóvenes, puesto que son becas de 5 años, pero no existen los laboratorios para incorporarlos en el futuro, por lo que necesitamos más institutos y centros de investigación, más infraestructura y que México comprenda que si no invertimos en ciencia y tecnología no aspiraremos a salir del subdesarrollo”.

La universidad pública es un patrimonio de la sociedad

La universidad pública es un patrimonio de la sociedad
Por Michel Olguín, Guadalupe Lugo, Raúl Correa, René Tijerino y Leticia Olvera en la Gaceta de la UNAM Núm. 4, 716

En el siglo XXI las universidades son indispensables para la sociedad y el Estado; de ahí las interrogantes de hacia dónde se dirigen y qué instituciones deseamos. Para hacer una reflexión al respecto, investigadores y responsables de la conducción de esas entidades, provenientes de diversas partes del mundo, se reunieron en el Coloquio Internacional ¿Hacia dónde Va la Universidad en el Siglo XXI?

En el acto, organizado por el Seminario de Educación Superior de la UNAM, Ennio Vivaldi Véjar, rector de la Universidad de Chile, resaltó que la educación pública compete a la colectividad. “No debe ser preocupación exclusiva de determinado grupo político, de izquierda o de derecha, sino un patrimonio de la sociedad”.

En la sesión ¿Hacia dónde Va la Universidad Pública en América Latina?, moderada por Héctor Hernández Bringas, coordinador de Planeación, Presupuestación y Evaluación de la UNAM, Marco Antonio Zago, rector de la Universidad de São Paulo, Brasil, consideró que en el mundo actual estos centros educativos están aislados.

Llegarán a ser más relevantes en la medida que se conecten entre sí; no hay que pensar en una o unas cuantas de gran tamaño, sino en una red en todo el mundo.

De acuerdo con esa perspectiva, la cooperación reemplaza la competencia como el modelo para la relación entre las universidades, aseveró en el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades.

A su vez, Alberto Edgardo Barbieri, rector de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, expuso que el cambio vertiginoso que ocurre en los nuevos paradigmas del conocimiento, es decir, la innovación tecnológica, impacta en el ámbito colectivo a un ritmo que las ciencias sociales no pueden seguir para determinar de qué manera las organizaciones se adaptan a tales modificaciones, que por primera vez inciden en forma instantánea en el quehacer cultural, social y económico de la población.

Esa realidad no es ajena a las casas de estudio. Los cambios en los modelos del conocimiento constituyen una de las cuestiones centrales que deben abordarse desde las instituciones.

Retos actuales

En la mesa Tendencias Contemporáneas de la Educación Superior en el Mundo, moderada por Manuel Perló Cohen, del Instituto de Investigaciones Sociales, Carlos Alberto Torres, de la Universidad de California en Los Ángeles, habló sobre las casas de estudios globales y nacionales.

Las primeras se caracterizan por tener un aprendizaje e investigación internacional, además de contar con un servicio y compromiso al mismo nivel. En tanto las segundas, regularmente poseen escasos recursos y no son competitivas en el mundo. Cuentan con una limitada producción de investigación y patentes; además, sus profesores son de tiempo parcial.

Helgio Trindade, de la Universidad Federal de Río Grande de Brasil, explicó que uno de los desafíos actuales de una escuela superior es la lucha por la construcción de una enseñanza pública, democratizada y comprometida con un proyecto de nación.

Hoy en día, se trata no sólo de un derecho social y bien público, sino también una garantía humana; una nueva forma de enfrentar la desigualdad.

En tanto, Roberto Rodríguez Gómez, del Instituto de Investigaciones Sociales, indicó que en años recientes en el planeta se ha duplicado la matrícula universitaria, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Actualmente, más de 50 países han superado la barrera de 50 por ciento de cobertura bruta en educación superior. La mayor parte del grupo incluye territorios de la Unión Europea y algunos con economías consolidadas, aunque hay varios de desarrollo intermedio. En América Latina destacan Argentina, Venezuela, Uruguay y Cuba.

Dimensiones políticas del cambio

En la mesa Dimensiones Políticas del Cambio Universitario, Adrián Acosta Silva, de la Universidad de Guadalajara, hizo un análisis sociológico y político de esas entidades en un contexto académico. Los intereses para que la universidad pública sea mejor en el siglo XXI pueden ser legítimos y variados, por fortalecer la autonomía de la vida académica o por buscar nuevas formas de coordinación entre áreas y disciplinas del conocimiento.

Brian Pusser, de la Universidad de Virginia, se refirió a la importancia de la relación universidad, Estado, sociedad civil y mercado, así como de lo cambiante y confuso que puede ser en cada momento. “Junto con el papel del Estado y la política de la educación superior, necesitamos considerar el de la sociedad civil”.

El estudio académico de la educación superior y sus políticas, así como sus relaciones con la colectividad, han sido eclipsados por el enfoque de mercado de la universidad. Entre lo político, el discurso y la acción hay una tensión entre el Estado y sociedad civil, así como con el mercado. Desde los años 60, no ha habido ningún contraste tan claro entre sus enfoques, remarcó.

Imanol Ordorika Sacristán, director general de Evaluación Institucional e integrante del Instituto de Investigaciones Económicas, afirmó que la universidad debe transformarse y reconocer su “politicidad”. Ése es el gran cambio para la del siglo XXI. Su futuro tendría que construirse sobre la lógica de un nuevo paradigma que plantee su repolitización, la reivindicación de su naturaleza en ese aspecto, proceso en que tienen cabida corrientes de pensamiento, intereses, grupos, perspectivas de desarrollo nacional y de la universidad que, necesariamente, deben tener la posibilidad de expresarse y de estar representadas en la toma de decisiones, propuso.

Organización y transformación

En la mesa Organización Universitaria y Transformación Institucional, moderada por Javier Mendoza Rojas, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), Romualdo López Zárate, rector de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Azcapotzalco, habló de la autonomía. “Es preciso recuperarla, pues parece que ésta se encoge y acota. Debemos ejercerla con las incertidumbres que tradicional e históricamente se presentan. Rescatar esta facultad permite responder a las expectativas depositadas en nosotros por la sociedad”.

En los albores de este siglo los países de la Comunidad Económica Europea propusieron recuperarla y aminorar la injerencia del Estado para que las universidades cumplan sus labores sociales, económicas y culturales. Por ello, el académico recomendó reflexionar sobre estos planteamientos para dar lustre a la responsabilidad encomendada.

Wietse de Vries, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, aseguró que las instituciones educativas sólo cambiarán si hay presión externa mediante políticas públicas. “La UNAM ha sido excluida de estas últimas y, sin embargo, se mantiene como la mejor; de hecho, aunque las públicas estatales recibamos mucho dinero, nunca la alcanzaremos”, sostuvo.

Claudio Rama Vitale, de la Universidad de la Empresa, de Montevideo, Uruguay, dijo que las demandas internas y externas sobre las instituciones plantea la irrupción de nuevas formas de gobernanza. Lo anterior se debe a que las maneras tradicionales de gestión y organización no son adecuadas para responder a los nuevos desafíos y chocan contra los contextos actuales, más competitivos y eficientes.

El aumento de universidades en el continente implica cambios de cantidad, derivados en modificaciones de cualidad y gobernanza. Esta masificación se expresa en nuevos estudiantes, diferenciación institucional y disciplinaria, creación de facultades, escuelas y departamentos, y el incremento de la planta física y de los campus.

Investigación educativa

Al tratar las dificultades y retos desde la perspectiva teórica y metodológica en el terreno de la investigación en educación superior, Susana García, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas, planteó tres desafíos prioritarios: el primero es la necesidad de recuperar la autonomía de las instituciones de educación superior, es decir, “restituir la capacidad de decidir tiempos y formas más convenientes para nuestro trabajo de producción y transmisión del conocimiento”.

En segundo término, la necesidad de tomar distancias de las agendas de investigación oficiales y, por último, atender la exigencia de reflexionar en forma colegiada sobre la ausencia de autocrítica y de organización gremial dentro de nuestro campo de investigación.

En la mesa La Investigación sobre Educación Superior, moderada por Armando Alcántara, del IISUE, Alejandro Canales, de esa entidad, indicó que “la idea de universidad ha permeado como referente en el terreno de la indagación sobre educación superior, lo que ha opacado a otras instituciones que no tienen la misma atracción hacia esta área, por ejemplo, los técnicos superiores, los estudios de posgrado y las escuelas normales”.

Para Rocío Grediaga, de la UAM Azcapotzalco, una de las preocupaciones centrales es la falta del trabajo más colegiado. Es decir, “informarnos en mayor medida sobre lo que nuestros colegas producen y tratar de utilizarlo para la discusión de los problemas que nos ocupan”.

Alejandro Márquez, también del IISUE, aseveró que la investigación educativa está entrampada; en lugar de ser propositiva, una alta proporción de tesis e investigaciones percibe a una universidad en peligro, asediada por la globalización, la sociedad del conocimiento, nuevas tecnologías, políticas neoliberales y su aplicación en el sector educativo.

Evaluación universitaria

Al participar en la mesa redonda La Evaluación Universitaria, Presente y Futuro, moderada por Judith Zubieta García, coordinadora de Universidad Abierta y Educación a Distancia de la UNAM, Estela Bensimon, de la Universidad del Sur de California, señaló que, en el rubro educativo, palabras como evaluar se emplean para excluir en el ámbito docente o para decidir si un estudiante es apto para tomar ciertos cursos o ingresar a la formación superior.

Por su parte, Jussi Välimaa, catedrático de la Universidad de Jyväskylä, Finlandia, afirmó que las sociedades actuales del conocimiento se encuentran en red y que las universidades, al estar al centro de ésta, ya no son sitios elitistas de construcción del conocimiento como antaño, sino ejes de desarrollo social.

Para Humberto Muñoz García, profesor emérito de esta casa de estudios, para avanzar académicamente hace falta hacer valoraciones y ponderaciones más allá de la inmediatez política. “Es necesario este proceso, pues nuestras entidades deben ser las unidades de análisis; ellas son las responsables de satisfacer los criterios e indicadores aceptados por consenso”.

Mario Rueda Beltrán, director del IISUE, dijo que en los mecanismos de evaluación actuales hay una retroalimentación limitada. “Si no somos nosotros los que la usamos para perfeccionarnos, difícilmente avanzaremos en la construcción de sociedades mejores

Expertos analizan el futuro de la universidad

Expertos analizan el futuro de la universidad
Por Laura Romero en la Gaceta de la UNAM Núm. 4, 715

El Coloquio Internacional ¿Hacia dónde Va la Universidad en el Siglo XXI? reúne a investigadores y responsables de la conducción institucional de varias partes del mundo (México, América Latina, Europa y Estados Unidos) para reflexionar y analizar la dirección de los cambios universitarios a la luz de las tendencias que, con la globalización, siguen las instituciones de educación superior.

En la apertura del encuentro, organizado por el Seminario de Educación Superior, su coordinador, Humberto Muñoz García, sostuvo que las universidades en Latinoamérica enfrentan muchos retos ante un mundo complejo, convulso y global, en donde el sistema hegemónico de producción, centrado en el mercado y las finanzas, ha traído profundas desigualdades sociales.

Transformación necesaria

En el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades, dijo que los universitarios debemos transformarnos y mantener nuestra influencia para que la sociedad se oriente a resolver problemas, viejos y nuevos, y lograr mejores condiciones para las mayorías.

En el seminario, abundó, nos hemos preguntado por la universidad que nos hace falta, hacia dónde se dirigen aquéllas en las que estamos, cómo impulsamos instituciones educativas que sigan una filosofía de la innovación, y para que exista, cómo retomamos las humanidades para que la ciencia y la tecnología cumplan con su propósito de generar bienestar social.

Muñoz García expuso que en la actualidad si el cambio tiene como motor el conocimiento, entonces “nuestras universidades serán imprescindibles en ésta y en las próximas etapas que se vivan en este siglo, para lo que la investigación, la docencia y la vinculación con la sociedad necesitan estar unidas”.

Institución extraordinaria

Al impartir la conferencia magistral Universidad con Compromiso Social, el rector José Narro Robles señaló que se trata de una institución extraordinaria que ha acompañado a la sociedad en Occidente –y después en muchas partes del mundo– en un viaje casi milenario, incluida nuestra región, y que no sólo ha estado presente en los grandes cambios sociales, sino que también ha sido motor para muchos de ellos.

Las transformaciones de los estados nacionales, los grupos humanos, en gran parte son por la educación que se ha vuelto más completa, más integral, en algunos momentos muy especializada, y que ha tenido la capacidad de avanzar en otras áreas, como la investigación.

Al hablar de la universidad latinoamericana, José Narro indicó que tiene características propias. Es una instancia que en el cumplimiento de sus tareas académicas encuentra el sentido de su compromiso social, que consiste en formar recursos humanos de la mejor manera posible, avanzar el conocimiento y difundir la cultura.

En México y América Latina la institución universitaria pública tiene la condición de ser un gran elemento de movilidad social, una posibilidad de los jóvenes para desarrollarse y formarse como profesionales.

Esta región no es la más pobre del planeta, pero sí la más desigual, con las mayores diferencias, y desde las universidades tenemos una enorme responsabilidad para documentarlo y encontrar alguna fórmula que permita ayudar a cerrar esa brecha. Si no lo hacemos, nuestros países no resolverán sus problemas de fondo y la colectividad seguirá afectada por una serie de males cuyo origen está, en buena parte, en aquella condición.

Desde las universidades debemos insistir frente a los gobiernos y, en particular, frente a las sociedades, para que la educación en general, y en especial la superior, la investigación, cultura, humanidades y artes alcancen el valor y la relevancia que deben tener. Si somos capaces de hacerlo, finalizó Narro, habremos respondido a los retos de nuestra generación.

Los científicos también necesitan suerte para encontrar algo novedoso

Los científicos también necesitan suerte para encontrar algo novedoso
Por Isaac Torres Cruz en la Crónica

Adolfo Martínez Palomo es un destacado investigador especialista en enfermedades parasitarias, especialmente en amebiasis, sobre la cual ha generado con su equipo del Centro de Investigación y de Estudios Superiores (Cinvestav), importante conocimiento para combatirla. El ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes, miembro de El Colegio Nacional  y Premio Crónica en Ciencia y Tecnología 2010, ha desarrollado además un notable interés por la difusión del conocimiento, si bien de su trabajo en el laboratorio, también de la bioética, la cultura y música.
Sus ciclos Música y Medicina en El Colegio Nacional han sido multitudinarios y la publicación de artículos no especializados en diarios, revistas y medios electrónicos, complementan dicho interés. En esta ocasión relata en entrevista cuál es la frontera del conocimiento en la investigación de la amebiasis, cuál es la similitud de ésta con el estudio de células cancerosas, así como el significado que tiene para un científico hacer un descubrimiento.

El médico dice que fue uno de los pioneros en introducir en el Cinvestav el estudio de problemas de salud del país. “En el centro se hacía más bien ciencia básica y no se veía bien estudiar temas prácticos de salud, como la amebiasis, que hemos analizado por mucho tiempo”. Junto con otras instituciones del país, refiere, su laboratorio ha logrado contribuciones importantes para conocer esta enfermedad y lograr aminorar su magnitud como problema de salud en nuestro país.
Actualmente, en su laboratorio del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular, él y sus alumnos estudian las diferencias entre dos tipos de amebas, la “buena” (llamada dispar) y la patógena (llamada histolytica).
“Esto no se sabía y la mayor parte de las veces que nos hacían estudios clínicos nos diagnosticaban ambas como malas”.

Tratando de entender por qué una genera daño y la otra no, el alumno Daniel Talamas estudia cómo ambas amebas interactúan con las células y ha descubierto una diferencia fundamental en su citoesqueleto, explica el médico.
Las amebas por sencillas que sean son organismos unicelulares con un ‘esqueleto’ que les permite moverse. La ameba histolytica agrede a las células de diferentes formas, físicamente o a través de medios químicos produciendo compuestos que generaran amebiasis intestinal o absceso hepático, que llegan a destruir buena parte del intestino grueso o el hígado.

Ahora bien, los científicos encabezados por Martínez Palomo encontraron que el citoesqueleto de la ameba patógena tiene una proteína contractil, llamada actina, mucho más desarrollada que en las amebas dispar. El artículo de la investigación ha sido aceptado en una importante revista de biología celular que publicará próximamente sus resultados.

Qué relación tendría esta investigación con el estudio del cáncer. Aparentemente podrían verse distantes, sin embargo Adolfo Martínez explica que entender estas diferencias entre amebas es un objetivo similar al que se busca en entre células tumorales y células sanas.

“¿Qué diferencia hay entre una célula normal en nuestra piel que se multiplica y replica de forma controlada? O ¿por qué las células de las mucosas se replican de manera ordenada y disciplinada, a diferencia de las células cancerosas que se reproducen, invaden y evaden la respuesta inmune en el organismo, sin obedecer ninguna ley biológica?”. El científico responde que se debe en buena medida porque las células cancerosas tienen un citoesqueleto muy desarrollado el cual les permite tener una motilidad y agresividad muy grande ante los tejidos. Es por eso que las metástasis se desarrollan en los casos de los tumores más invasivos.

“Lo que abordamos en el caso de las dos amebas en el laboratorio del Cinvestav, ahora se estudia  de manera similar en las células cancerosas y las normales. Vamos por el mismo camino en ambas investigaciones”.

¡EUREKA! Los investigadores se acercan a lo que podría ser un nuevo descubrimiento, uno de los logros más importantes y vitales para un investigador. Adolfo Martínez Palomo tiene varios de estos momentos en su trayectoria científica, algunos de los cuales si bien obtuvo de forma modesta en los inicios de ésta, conforman una colección de momentos que dan el más genuino sentido a su trabajo.

“La ciencia consiste en adentrarse en el conocimiento y averiguar lo que no conocemos. Uno puede encontrar algo novedoso, pero además tenemos que divulgarlo y esperar que sea aceptado por nuestros colegas”.

Relata que hace algunos años, cuando fue investigador asociado en el Instituto de Investigaciones sobre el Cáncer, en Villejuif, Francia, tuvo esa sensación “¡eureka!” de la que se alimentan los científicos. “Estaba muy joven y mal preparado cuando empecé a estudiar microscopia electrónica y quise averiguar cómo eran las células cancerosas con microscopio electrónico, algo que habían hecho ya anteriormente. Pero lo que analicé era conocimiento nuevo y sentí una sensación extraordinaria de verlo en el microscopio y pensar ‘esto nadie lo había visto antes’.

“Hacer posteriormente un artículo, ser aceptado y después citado por colegas quienes reconocen de alguna forma ‘este señor ha encontrado algo que no se había visto’ es extraordinario y es lo que nos mueve”.

Adolfo Martínez enfatiza que encontrar algo nuevo, por pequeño que sea, es vital para un científico, no sólo porque sea su trabajo, sino porque es un camino que la exploración humana ha desarrollado para conocer su entorno y al hombre mismo. Es una sensación que no todos podemos desarrollar y es muy difícil de lograr incluso entre científicos, apunta el médico. “Hay que correr con mucha suerte para encontrar algo novedoso y además sea útil en el avance del conocimiento”..

Repensar la evaluación en la educación superior: trascender a la contingencia

Repensar la evaluación en la educación superior: trascender a la contingencia
Por Angélica Buendía Espinosa en el Laboratorio de Análisis Institucional del Sistema Universitario Mexicano (LAISUM)

La reforma educativa de la educación básica y media superior del país ha generado amplios debates en distintos foros. Uno de los principales cuestionamientos señala que no se trata de una reforma educativa sino de una transformación de las relaciones laborales de los maestros, fundamentada en la evaluación; pero sin un cambio profundo en el modelo educativo que ha sufrido vaivenes en los últimos años y que no logra concretarse en la mejora de la educación de las niñas y niños mexicanas. No obstante, a pesar de los argumentados análisis sobre los pros y los contras de la multicitada reforma educativa, de la decisiones anunciadas por el gobierno y los repliegues posteriores, la semana pasada se aplicó la respectiva evaluación a los profesores. Con todo y la resistencia de un sector del profesorado agrupado en la CNTE, el INEE informó que aproximadamente el 85% de profesores participó en el proceso. El debate en torno a la reforma educativa seguirá, no es para menos, así que nos esperan todavía largas jornadas de discusión y análisis sobre la educación básica y media superior mexicanas.

Y mientras tanto ¿qué pasa con educación superior mexicana? A diferencia de la educación básica, las políticas públicas para el nivel superior han mostrado continuidad desde la llamada modernización de la educación superior. Fue en la década de los ochenta cuando se gestaron las primeras prácticas evaluativas derivadas del consenso de diversos actores, principalmente la SEP y la ANUIES, no por ello sin claras resistencias abanderadas en la injerencia en la autonomía universitaria; que se fueron desdibujando cuando se asoció la evaluación al financiamiento. Como han afirmado algunos expertos, cuando la zanahoria se volvió atractiva en sí misma o por las pésimas condiciones económicas por las que atravesaban varias instituciones públicas, se cedió a las tentaciones de la evaluación.

A partir de entonces se ha configurado un diseño institucional complejo, con el fin último de mejorar la calidad de la educación superior, integrado por diversos organismos, programas e instrumentos cuya tarea principal ha sido evaluar y, en algunos casos, acreditar instituciones, programas educativos de licenciatura y posgrado, profesores, estudiantes e, incluso, la gestión. Entre los más importantes podemos citar a: SNI, PROMEP, PNPC, CIEES, organismos reconocidos por el COPAES, PIFI, PNPC, CENEVAL, FIMPES y, por supuesto la activa participación de la ANUIES, el CONACYT  y la SEP.

Dos aspectos son importantes en esta lógica  y dinámica de la evaluación de la educación superior. El primero es que el concepto de calidad de la educación se ha  asumido como sobre determinado y entendido por todos ¿quién en su sano juicio podría cuestionar un fin tan noble como el de mejorar la calidad de la educación superior? El segundo se refiere a una necesaria reflexión sobre los efectos que este gran engranaje, desarmonizado en algunas de sus partes, ha traído para la educación superior mexicana y, por tanto, hacia dónde deberá transitar en un futuro cercano.

Sobre el primer asunto, el del concepto de calidad, la mayoría de los mecanismos utilizados han sustentado su concreción en un conjunto de indicadores de orden cuantitativo. Arribamos entonces al mundo de lo cuantificable, de lo observable; pero al mismo tiempo, como lo hemos dicho en otras ocasiones, a la preeminencia de la racionalidad técnica por encima de la diversidad institucional. En este caso, sólo hay calidad educativa si los indicadores así lo indican, así lo prueban; no caben otras posibilidades, a pesar de las diversas condiciones institucionales y de buenas prácticas que no son medibles.

De allí se deriva nuestra segunda reflexión sobre los efectos, principalmente los nos previstos,  de la evaluación. Hemos argumentado en anteriores ocasiones que tales efectos son, como lo señalaron Crozier y Friedberg en su clásico libro sobre “El actor y el sistema”, de orden positivo y negativo. Del lado de los primeros, la evaluación en sus distintos ámbitos, como política y como técnica en la educación superior mexicana, contribuyó a un ejercicio de ordenamiento burocrático al interior de las instituciones de educación superior; a la formación y habilitación de la planta docente de tiempo completo; al acceso a recursos económicos que antaño se distribuían más por la vía de la negociación política entre el gobierno y las instituciones, que del desempeño; a la reflexión sobre la privatización y sus consecuencias de coordinación de mercado; y, al necesario análisis entre la relación entre educación y empleo.

No obstante, también han sido ampliamente documentados los efectos negativos de la evaluación, tales como la sobreburocratización de las instituciones y el dominio de “los gestores de la planeación y calidad” sobre la vida académica de las instituciones; los esquemas de estímulos sobre los que se valora la productividad académica y el deterioro de la vida colegiada; la simulación en los procesos de evaluación y acreditación de programas académicos, así como su mercantilización; la escasa participación de las comunidades académicas en la implementación de los esquemas de evaluación; la duplicidad de funciones y de propósitos de algunos de los organismos y varios de los procedimientos establecidos; los escasos efectos  en los procesos de enseñanza aprendizaje y la sobrevaloración del uso de las tecnologías como referente de calidad educativa; entre otros.

Para abordar el último punto, el del futuro de la evaluación de la educación superior acudo a una nota publicada apenas el sábado 27 de junio de 2015, en la Jornada que cito: “La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) y las autoridades federales propondrán la creación de un sistema nacional de evaluación y acreditación para este nivel educativo. Durante la asamblea general de la organización, celebrada ayer, su secretario ejecutivo, Jaime Valls Esponda, dijo que el objetivo del sistema es asegurar la calidad educativa”. Con esta declaración se confirma en buena medida lo que hemos argumentado en varios foros: a pesar del complejo diseño institucional para la evaluación de la educación superior mexicana, no es posible hablar de un “Sistema” en la definición estricta del concepto. Si ello fuere el camino correcto para mejorar la calidad d la educación superior, lograr ese propósito obliga a reflexionar sobre varios asuntos que aún están pendientes y que, o bien se han obviado en las discusiones de quienes diseñan e implementan las políticas o, lo que sería más grave, se han omitido de manera deliberada. Enseguida comentaré sólo algunos que considero relevantes.

El primero se refiere a un verdadero reconocimiento de la diversidad y heterogeneidad institucional para promover políticas que reconozcan esta diversidad. En México la diversidad y la diferenciación institucional han fracasado y en parte ello se deriva de las políticas educativas. El “modelo” ideal de institución de educación superior es la “universidad de investigación”, para impulsar este modelo fueron diseñadas la mayoría de las políticas y, por tanto, todas aquellas instituciones que no lo eran buscaron parecerse cada vez más a aquellas. El isomorfismo ocurrió, quizá con variantes, pero ocurrió. Me gusta citar un ejemplo al respecto, el de las Universidades Tecnológicas (UT). No abundaré en éste, pero es claro que fracasó la idea de formar, al estilo francés, profesionistas que pudieran integrarse rápidamente al mercado laboral y reactivar las economías regionales. Hoy la formación que ofrecen las UT es de cuatro años y sus indicadores de calidad son iguales a los de las universidades tradicionales.

La diversidad institucional en México es sólo nominal, no obedece a criterios académicos o de índole estructural.  Salvo la tipología propuesta por la ANUIES y utilizada para la evaluación que realiza la asociación para el ingreso de sus agremiados; el resto de “tipos” de instituciones que aparecen en los anuarios de la ANUIES o en las estadísticas de la SEP es sólo reconocible por el nombre. Esta diversidad es todavía menos observable en el sector privado, pues la denominación de una institución de educación superior responde sólo al marco legal establecido en el Acuerdo 279 que señala que se podrá llamar “Universidad” aquella institución cuya oferta educativa corresponda al menos a tres áreas del conocimiento.

Otro aspecto relevante se refiere a la duplicidad de organismos, funciones y procedimientos. Si bien los organismos y programas surgieron paulatinamente en los últimos veinticinco años, se observan una serie de duplicidades cuya justificación es más de orden político que técnico. Ejemplo de ello es el caso de los CIEES y los organismos reconocidos por el COPAES, ambos utilizan el mismo modelo de evaluación y la valoración de sus resultados para efectos de la política es la misma, entonces ¿cuáles son los motivos por los que deben seguir existiendo los dos organismos? ¿no hay en ello un gasto innecesario de recursos y un problema de conducción y ordenamiento institucional? Podríamos discutir también sobre las duplicidades del SNI y el PROMEP, de la certificación de procesos y la inclusión de la gestión en la evaluación y acreditación de programas, entre otros.

Finalmente, otro problema que se observa es que las políticas para la mejora de la calidad han puesto en el centro al profesor de tiempo completo. Si bien podría considerarse como un acierto el incremento de este tipo de este tipo de profesores, así como su mayor nivel de habilitación, sólo en algunas de las instituciones de educación superior; no existe una política que oriente el desarrollo de los profesores por hora, actor que actualmente representa el 68% del total planta docente  en el país. En el caso de la educación superior pública el porcentaje de los profesores por hora asciende al 65%, mientras que en el sector privado representa un 90%. ¿Quiénes son estos profesores?, ¿Cómo podemos reconocerlos? Más allá de las tipologías convencionales que muchas instituciones y otros tantos “gestores” han planteado como  “aquellos profesores que tienen experiencia en el campo y no usan sólo teorías”, hay un nivel de desconocimiento profundo sobre las condiciones laborales y académicas en que desarrollan sus funciones, así como los efectos de su labor docente en la formación de los profesionales. Este asunto también está pendiente.

Arribar a un verdadero “Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior” obliga a reflexionar sobre estos y otros muchos asuntos. No es posible seguir avanzando sobre la idea equivocada de determinismos  que no consideran que la acción colectiva y la organización en el más amplio sentido del concepto, son complementarias y son también dos caras indisociables del mismo problema. Conducir no es equivalencia de imponer, no en el ámbito educativo y menos aún si de verdad pretendemos mejorar la calidad de nuestra educación, más allá de la “República de los indicadores”, como han afirmado otros colegas.

Las mujeres… 20 años después

Las mujeres… 20 años después
Por Alejandro Canales en Campus Milenio

En el foro de alto nivel de la semana pasada, realizado en Santiago, auspiciado por el gobierno chileno y ONU Mujeres, se puso de relieve que, dos décadas después de la puesta en marcha de la Plataforma de Acción de Pekín, la búsqueda de igualdad de género ha sido lenta e irregular.

En 1995, casi dos centenares de representantes de gobierno, dejaron asentado en el punto 35 de la Declaración de Pekín su decisión de: Garantizar el acceso de las mujeres en condiciones de igualdad a los recursos económicos, incluidos la tierra, el crédito, la ciencia y la tecnología, la capacitación profesional, la información, las comunicaciones y los mercados, como medio de promover el adelanto de las mujeres y las niñas y la potenciación de su papel, incluso mediante el aumento de su capacidad para disfrutar de los beneficios de la igualdad de acceso a esos recursos para lo que se recurrirá a, entre otras cosas, la cooperación internacional.

El fin de siglo de aquellos años y el inminente comienzo de lo que parecía una promisoria nueva época, era la fecha emblemática para buscar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Ése fue el objetivo de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en septiembre de 1995 en Pekín, en la cual se elaboró un amplio y robusto documento (“Declaración y Plataforma de Acción”) que sigue siendo el punto de referencia para las iniciativas en la materia.

La Plataforma de Acción está dividida en una docena rubros, a los que llamaron “esferas de especial preocupación”, con asuntos como la probreza o  la violencia que afecta mayormente a la mujer, o bien el desigual acceso a los servicios de salud, educación, lo mismo que su participación en medios y posiciones de toma de decisión, entre otros. En cada esfera se incluyó un somero diagnóstico, así como múltiples y variados compromisos.

Ahora, 20 años después, en el foro de Santiago, el grupo de mujeres ahí reunidas destaca que persiste la desigualdad y declaró que, al ritmo que hoy tiene, lograr la paridad de género en el lugar de trabajo tomaría otros 80 años y más de 30 años para un equilibrio entre hombres y mujeres en los puestos de toma de decisión.

Tal parece que los avances, aunque con una mejoría respecto a lo que ocurría hace 20 años, siguen siendo poco satisfactorios y con algunas diferencias notables. Por ejemplo, en el tema de la educación y capacitación de la mujer, en la declaración de Beijin, en 1995, se destacó que alrededor de 100 millones de niños (por lo menos 60 por ciento eran niñas) no tenían acceso a la educación primaria y alrededor de 960 millones de adultos eran analfabetos (dos terceras partes eran mujeres), en buena medida concentrados en África subsahariana y algunos Estados árabes.

También hicieron notar los sesgos de género en los programas de estudio de las ciencias y algunas de las dificultades con los libros de texto sobre ciencias, como la escasa relación con la experiencia cotidiana de niñas y mujeres, así como el escaso reconocimiento a las mujeres científicas.

En consecuencia, se establecieron algunos compromisos, entre otros: asegurar la igualdad en el acceso escolar, lo mismo que eliminar el analfabetismo en las mujeres e incrementar su acceso a la formación profesional, la educación permanente, la ciencia y la tecnología.

UNESCO (2do Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos, 2013, p. 18) señala que en el 2011 existían 774 millones de personas analfabetas, de las cuales el 63.8 por ciento eran mujeres. Es decir, respecto de 1995, los números absolutos de personas analfabetas disminuyó, pero en términos relativos las mujeres casi siguieron conservando la misma posición (dos terceras partes del total).

Al final de la década pasada, a nivel mundial, la mayoría de países había logrado la paridad entre los géneros en el ingreso a la educación primaria, aunque lo cierto es que las tasas de admisión de las niñas son considerablemente más bajas en las dos regiones que ya estaban identificadas hace 20 años: África subsahariana y Asia Meridional y Occdental (UNESCO. Compendio Mundial de la educación 2010, p. 31).

Los avances y las mejoras en la vida de las mujeres ha sido importante en estos últimos 20 años, al igual que el mayor reconocimiento y respeto a sus derechos que han logrado. Pero, ciertamente, por un lado, persisten algunas desigualdades que solamente pueden deberse al género. Por otro lado, la Plataforma de Acción de Pekín se propuso una igualdad de género en todas las dimensiones.

Valdría la pena un examen más pormenorizado de los datos y las circunstancias de cada caso. La paridad de género alcanzada en las cifras de matrícula en educación superior en México serían un buen ejercicio.

Los académicos y la política en la universidad

Los académicos y la política en la universidad
Por Humberto Muñoz García en Campus Milenio

Una de las cuestiones más relevantes para ser analizadas, en las universidades públicas y autónomas, se refiere a los problemas que enfrentan los académicos. En tales instituciones ocurre una enorme variedad de procesos políticos que afectan sus opiniones y comportamientos de cara a su actividad. Llama la atención que los académicos sientan malestar con la vida institucional y que no actúen para cambiarla.

Actualmente, las relaciones entre los actores universitarios se dan en instituciones donde ha cobrado más fuerza un estilo de conducir y administrar la institución de corte centralista. Se ha construido así por una cultura que favorece la apatía  y  por la necesidad impuesta por las políticas del gobierno federal y estatal, que demandan ejercer control sobre una estructura universitaria que se volvió bastante compleja y diferenciada en tareas y  productos.

La estabilidad institucional se ha basado en una toma de decisiones centralizada para conseguir equilibrios políticos que mantengan la gobernabilidad. Con esta lógica, el grueso de los académicos ha ido quedando, poco a poco, fuera del juego institucional, en algunos casos con una separación notoria de las autoridades. Este despropósito se consiguió por la deshomologación salarial, las formas de evaluación, la individualización del trabajo y la apreciación del mérito basada en “productividad” y puntos, más que en contenido.

Hay malestar con el régimen de trabajo. Los académicos se quejan de la falta de tiempo para todo, porque cada vez tienen que realizar un mayor número de actividades e informes para obtener becas que complementen su retribución monetaria. Publicar, dar clases y dictar conferencias, a la mayor velocidad posible, para no caer en falta y acumular puntos. Pagar para aparecer en Journals extranjeros que luego venden los artículos por internet. Y, finalmente, enfrentar una “evaluación” en la que alguien  declara insuficiente el resultado del trabajo. La consigna es crear sentimientos de incumplimiento y culpa en el  académico.

El descontento se expresa en un secreto a voces; no se manifiesta públicamente. La despolitización en el campus ha llevado a los académicos a un conformismo funcional: se lamentan, pero no se movilizan, no tienen medios para reclamar colectivamente, ni participan para resolver asuntos que les atañen, porque no los convocan, no tienen tiempo ni corren riesgos laborales.

Recientemente se han hecho encuestas que apenas iluminan el malestar. Voy a dar ejemplos, con datos  de investigaciones que siguieron distintas metodologías y universos muestrales, pero que son de lo poco que hay. Señalo lo general, porque entre los académicos existen diferencias por institución, área de conocimiento, lugar y tiempo de trabajo, edad, sexo, categoría y nivel, que requieren de más estudios.

Los datos sugieren que a una mayoría de los académicos no le importa estar informada de lo que pasa en la universidad y poco le interesa lo que ocurre en el plano institucional. No está enterada de las leyes que norman su vida académica, ni de los planes rectorales, o de las medidas que toma la administración central.

En una  encuesta nacional aplicada en el 2007-08 (Galáz et al) se destaca que más de la mitad de los académicos piensa que el estilo de gobierno es vertical, 2 de cada 3 mencionaron que no hay una buena comunicación entre la administración y los académicos, y 3 de cada 4, aproximadamente, consideraron que influyen poco o nada en las decisiones de la universidad.

En encuestas aplicadas en dos universidades públicas, que incluyen a académicos de carrera y profesores de asignatura (Dorantes, 2012, Perera y Dorantes, 2013),  una mayoría  opina que no hay prácticas democráticas y una minoría es la que ha participado en las elecciones de rector. De la información de las dos encuestas se desprende que entre los problemas más agudos de la universidad están el de la organización y el aislamiento de la rectoría frente a la comunidad. Además, se presentan problemas administrativos, porque los trámites de varios tipos son engorrosos y lentos, debido a la burocratización que fomenta el gobierno federal.

Es momento de pensar e instrumentar cambios y ajustes en las universidades públicas, nuevas formas de hacer política que superen la disociación entre autoridades centrales y académicos, establecer un régimen laboral de confianza, para que mejore el ambiente intelectual y el desempeño académico. Los académicos queremos cambios acordados y programados. Quitar obstáculos para que la vida académica no siga deteriorándose mediante la simulación.

Mejorar calidad de la ciencia básica en México

Mejorar calidad de la ciencia básica en México
Por Emiliano Cassani Serrano en Foro Consultivo Científico y Tecnológico

Con la finalidad de contribuir a que las acciones en investigación científica propuestas en el Programa Especial de Ciencia y Tecnología (PECITI) puedan cumplirse, la Coordinación Adjunta de Investigación (CAI), del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) trabaja en una serie de propuestas, documentos, experiencias, y casos de éxito sobre las necesidades del Sistema Nacional de Investigación Científica de nuestro país.

Desde la perspectiva del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): “El capital humano reconocido por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), es considerado como el núcleo de la investigación científica de México”. Hasta el año 2012 la cifra de integrantes del SNI era de 18 mil 554 investigadores, los cuales aportaron un total de 10 mil 181 artículos de investigación, cifra que sigue siendo muy baja en comparación con los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la cual pertenece México.

Una de las metas del PECITI que se han trazado para 2018, es que México llegue a 1.20 investigadores por cada mil habitantes de la Población Económicamente Activa (PEA), hasta el año 2013 nuestro país contaba con 0.94 investigadores por cada mil habitantes.

En opinión del doctor Enrique Graue Wiechers, presidente de la ANM y director de la CAI, “en las diferentes instancias de la investigación científica, se está dejando de lado la oferta internacional, por lo que un principal objetivo de esta coordinación será realizar las aportaciones necesarias para que la investigación científica en México tengo una perspectiva global y pertinente”.

Esta agenda de trabajo surge por la reestructuración a la que fue sometida el Foro Consultivo a finales de 2014, al retomar los principios para los que fue creado en el modelo institucional del SNCTI, al articular el desarrollo de sus objetivos y el cumplimiento de sus compromisos, de acuerdo con los ejes trazados tanto en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) como en la Agenda Nacional de CTI y el PECITI.